Con una historia que se remonta a más de 2.000 años, no es sorprendente que los claveles sean ricos en simbolismo, mitología e incluso debate. Mientras que algunos estudiosos sugieren que su nombre proviene de la palabra «corone» (guirnaldas de flores) o «coronación» debido a su uso en coronas ceremoniales griegas, otros proponen que se deriva del latín «carnis» (carne) que se refiere al original de la flor color rosado o «encarnación» (encarnación), que se refiere a la encarnación de la carne hecha por Dios.
Hoy en día, los claveles se pueden encontrar en una amplia gama de colores, y aunque en general expresan amor, fascinación y distinción, prácticamente todos los colores tienen una asociación única y rica. Los claveles blancos sugieren amor puro y buena suerte, el rojo claro simboliza la admiración, mientras que el rojo oscuro representa un profundo amor y afecto. Los claveles púrpuras implican capricho, y los claveles rosados tienen el mayor significado, comenzando con la creencia de que aparecieron por primera vez en la tierra a partir de las lágrimas de la Virgen María, convirtiéndolos en el símbolo del amor eterno de una madre.